lunes, enero 30, 2006

Una boa en la redacción



La de la foto, es una boa esmeralda, natural de la selva sudamericana.


Hola:
Esta semana, finalizo mis vacaciones y vuelvo a trabajar. Quiero hacer propicia la ocasión para contarles un hecho anecdótico ocurrido en el vetusto edificio de El Sur, construido en 1918, en Freire 799.
En el invierno de 1962, mientras descargaban bananas de un barco procedente de Ecuador, estibadores hallaron una boa dormida entre los racimos de la fruta. Mimetizada, se había introducido en una de las bodegas y, a medida de que la nave viajaba por aguas cada vez más frías del Pacífico sur, entró en una especie de sueño invernal artificial. Algunas pueden alcanzar hasta los diez metros, pero ésta era más pequeña. Sin embargo, cupo apenas en la caja de cartón, envase de detergente Rinso, muy popular en esos años, en que la encerraron. Alguien sugirió que había que lanzarla, inmediatamente, al mar, porque se suponía que era muy peligrosa. Otro dijo que antes de matarla, había que llevarla al diario, para que su descubrimiento quedara documentado, al ser registrado en la prensa y, luego, donarla a la Universidad de Concepción para su estudio. Y así se hizo.
Dos chilenos y un tripulante ecuatoriano trasladaron al reptil hasta el diario alrededor de las 15.00 horas, donde el recordado reportero gráfico Hernán Bernales Hinojosa (ya fallecido) le hizo varias tomas, y sus custodios temporales se la llevaron a la entonces única casa de estudios superiores penquista. Todo hubiera quedado ahí, sino fuera porque a un reportero se le ocurrió que podría hacer una broma a sus colegas, prácticamente todos, quienes llegarían más tarde desde sus respectivas fuentes informativas.
Ordenó a un auxiliar que fuera a Almacenes Todo, el supermercado situado en Maipú, entre Aníbal Pinto y Caupolicán, el único que funcionaba en esos años en la ciudad, y pidiera una caja del mismo detergente, que empezaba a desplazar del mercado a otros más antiguos como las Perlina y Radiolina, y un cordel. Ató la caja y la instaló bajo la gran mesa ubicada en el centro de la sala de Redacción. A toda persona que llegaba le decía que una poderosa serpiente había sido traída al diario y para confirmar sus palabras, les mostraba las fotos que el Tata Bernales ya había revelado y copiado de la Boa dentro y fuera de su improvisada morada de cartón.
Luego, corrió la noticia de que se la iba a mostrar al personal a las 22.00 horas, hora de la choca, nombre que en la jerga periodística se da a la colación. Don Armando Erices (ahora fallecido), se encargó de invitar al personal de talleres a participar de la exhibición del animal, que no sería muy peligroso, porque se encontraba aletargado y muy asegurado. Poco después de las diez de la noche, una gran cantidad de personas comenzó a congregarse, expectante, alrededor de la caja.
-Ya pues Armando-, dijo el bromista. Muestre la culebra. El aludido se acercó temeroso a la caja y, con mucha cautela, para otorgarle más credibilidad a su operación, desató el nudo del cordel. Y comenzó a levantarle la tapa.
-Jefe, ábrala usted, si quiere. Yo no me animo –advirtió, y se alejó, a una distancia prudente.
El bromista abrió la caja y gritó: ¡No está! ¡La serpiente se escapó! Enseguida, levantó el envase vació y lo puso boca abajo para demostrar que la boa había escapado.
Todos retrocedieron aterrados. Más de alguien se subió sobre una de las sillas. Cuidadosamente, miraban bajo los escritorios. Pudiera estar en cualquier parte, escondida. La gente de taller, compaginadores y linógrafos bajaron a sus puestos de trabajo, presas del temor. Algunos se negaban a continuar sus labores, hasta que la serpiente fuera hallada y recluida de nuevo en su caja. El director de la época tuvo que bajar, acompañado del bromista, ya confeso, y convencerlo de que todo fue sólo una chanza y que, como hacían los charlatanes que se paraban en la esquina de Caupolicán y Maipú a engañar a los incautos transeúntes no se podía “mostrar la culebra”, porque no existía. La verdadera, estaba ya en un aula de la Universidad de Concepción esperando que los estudiantes de biología la conocieran de cuerpo presente.

4 Comments:

At febrero 04, 2006 6:06 a. m., Blogger césar jara said...

Don Panchito, buena buena la historia como muchas que usted debe
tener en el antiguo diario.
vamos escriba otra a los nuevos
nos gusta daber estas historias
vividas en la empresa.
saludos
cesar

 
At febrero 08, 2006 9:17 a. m., Blogger Elisabeta said...

Divertida historia,aunque imagino que a los que temieron que estuviera por allí la boa danzando no les hizo mucha gracia en aquel momento.Saludos (y muchisimas gracias por el comentario que dejaste en mi blog,un besote)

 
At mayo 24, 2008 12:12 p. m., Anonymous Anónimo said...

Menos mal vecino que al bromista no le obligaron a mostrar su "propia serpiente" ahì si que habìa quedado en verguenza.

 
At enero 20, 2021 1:04 a. m., Blogger jasonbob said...

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