sábado, enero 05, 2008

Una sorpresiva coincidencia

El Cristo de la Concordia, mira el Océano Pacífico, con sus brazos abiertos en cruz. Su mano derecha apunta a Perú y la izquierda, al sur de Chile.

“Cantando viene de Arica,/ la Patria que allá comienza,/ como si fuese una cinta/ tendida entre mar y piedra” (Andrés Sabella).

El viaje de conocimiento que Ida y yo hicimos a Tacna nos ofreció una grata y sorpresiva coincidencia, como broche de oro a nuestra gira de quince días por cuatro ciudades del Norte Grande. Momentos después de haber llegado desde Iquique y de instalarnos en el hostal, recorrimos el paseo peatonal 21 de Mayo, hasta los parques Vicuña Mackenna y Baquedano, la Plaza Colón y la hermosa catedral de San Marcos. Ahí, a pocos metros, el Morro se alza imponente, soberbio, cargado de historia, y el pabellón patrio flamea al viento de una primavera que no se va jamás, quizás, porque no se cansa de admirar la belleza de Arica.


La vista parcial del Morro fue captada por Ida desde la terraza de la Casa de la Cultura, edificio de la ex aduana, construido por Gustavo Eiffel.

En la mañana siguiente, ascendimos a pie al Morro, desde cuyo mirador, situado a 130 metros de altura, se observa casi toda la ciudad, sus valles, y el Océano Pacífico. Todo lo que abarcaba la vista me permitía constatar el crecimiento asombroso que ha experimentado en los últimos años. Cuando la visité por primera vez, en diciembre de 1959, sólo se extendía un poco más allá, alrededor de calle Maipú y su población era de unos 15 mil habitantes. La creación del Puerto Libre y la Junta de Adelanto generaron un auge económico que, en muy poco tiempo, la elevó a 60 mil personas. Hoy alberga a unas 76 mil almas.




La fotografía, captada desde el mirador del Morro de Arica, muestra una parte de la ciudad.

Arriba, visitamos el Museo Histórico y de Armas que recuerda la toma del peñón, en un fiero combate a sangre y fuego contra las fuerzas peruanas, vimos la bandera que las tropas chilenas izaron cuando conquistaron la cima, el 7 de junio de 1880. Nos impresionó observar una fotografía en la que aparecen niños soldados chilenos que participaron en el combate. El inmenso Cristo de la Concordia, escultura de 15 toneladas y 10 metros de altura, fue otro elemento nuevo para mí, en relación con mi primera visita. Con sus brazos en cruz, mira hacia el océano. El derecho apunta hacia Perú y el izquierdo hacia el sur de Chile. Debajo de los escudos de ambas naciones se lee: Amaos los unos a los otros, como yo los he amado”.

Ida y yo esperamos que el tren, de un solo carro, que nos llevará a Tacna inicie su viaje de una hora y media hasta la ciudad fronteriza peruana.
El viernes 7, a las 8.30 fuimos a Tacna en un tren formado por un carro, con una puerta central. El viaje duró una hora y media. Después de llenar los documentos de emigración, mientras nos acomodábamos, un matrimonio se sentó frente a nosotros. El convoy comenzó su marcha hacia el norte. En seguida, el varón inició el siguiente diálogo:
- ¿De donde viene usted?
- De Concepción, en la Octava Región.
- ¡Chóquela! Somos coterráneos, dijo y me estrechó la mano.
- ¿Y la señora?, preguntó, y apuntó a Ida.
- De Santa Juana.
- Pero, si yo soy de allá. Soy del campo.
- ¿De qué parte?, le interrogué, incrédulo frente a tan extraña coincidencia.
- Soy de Colico Alto, respondió. Mi apellido es Neira.
- Mi esposa es de Colico Bajo. Ella es Ida Neira, precisé.
- Hace cuarenta y dos años, dejé mi tierra. Mi madre es Enilda Neira Gallegos, añadió.

Don Alberto Neira Gallegos y su esposa, Isabel, nos tributaron una linda sorpresa en una rara coincidencia. El es oriundo de Colico Alto, a pocos kilómetros del lugar donde nació y creció mi esposa, Ida Neira. El había viajado al norte hacía 42 años y ambos no se conocían, pero pudieran ser primos.
Comenzamos una muy grata conversación en la que coincidió con Ida sobre algunas personas de ese sector rural de Santa Juana. Ambos conocían a un campesino conocido como Lucho, Jote, Cárdenas sobrenombre que se ganó por su biotipo y su costumbre de usar una negra manta de Castilla, indumentaria que le daba semejanza con los jotes, o gallinazos.



El tren que nos trajo desde Arica a Tacna se estaciona bajo techo a la espera de regresar en la tarde. En el cerro del fondo se ven geoglifos de reciente creación.

Mientras, el tren, color naranja, cruzaba veloz frente al monolito que marca la Línea de la Concordia y entraba en territorio peruano, marqué el número del celular de Hugo. Pero, un pito y un texto en pantalla que decía “Tim Perú” revelaron el control tecnológico que las empresas de telefonía tienen del sitio geográfico en que se hallan sus clientes.
Minutos después, el convoy atravesó verdes campos con cultivos entre los que sobresalían viñas, maizales y quintas de árboles frutales. Casi al final del trayecto, entramos en una zona urbana con decenas de pequeñas casas de ladrillos. Finalmente, el tren se desplazaba veloz por la vía férrea que se extiende a lo largo de la calzada, en una avenida principal tocando, sin cesar, su bocina y una estridente alarma parecida a las de los vehículos, con el fin de evitar accidentes. Desde que ingresa a la ciudad, atraviesa decenas de calles sin bandereros ni barreras. Luego, pasa bajo el arco de la puerta de entrada a la estación del Ferrocarril Tacna-Arica.






La imponente catedral de Tacna mira hacia un parque en el que sobresale el monumento llamado Arco de Triunfo, en homenaje al coronel Francisco Bolognesi, defensor de Arica, y al almirante Miguel Grau.

El matrimonio encabezado por don Alberto Neira Gallegos nos acompañó, gentilmente, nos dio información sobre algunos lugares de Tacna y nos dejó frente a la iglesia catedral. Enseguida, visitamos el templo, la avenida Bolognesi, donde decenas de personas con uniformes casacas azules, en las que se leía ”Alerta, cambistas” atajaban a los turistas para venderle soles, y la Feria La Caplina, una de las más importantes de esa ciudad. Es como si en un domingo, a la hora de la mayor concurrencia, se comprimiera nuestra Vega Monumental. Un público muy numeroso se desplaza con dificultad por pasillos recargados de abigarrada y polícroma mercadería, que cuelga por todos lados. Finalmente, fuimos al mercado, donde almorzamos.
Hasta hace poco tiempo, barrotes de fierro cubrían las ventanas del tren para evitar que contrabandistas lanzaran mercadería alrededor de la vía, antes de llegar a Arica.

A las 18.00, hora chilena, regresamos a Arica. Hasta hace unos cinco años, el tren tenía sus ventanas cubiertas por barrotes de fierro, instalados para evitar que los pasajeros peruanos arrojaran mercadería de contrabando a ambos lados de la vía férrea, muchas veces con la complicidad del maquinista, quien reducía la velocidad del convoy. Abajo, sus mujeres e hijos les esperaban para recolectarla.
Ahora, muy pocas personas se preocupan por el control aduanero. Comerciantes de ambas nacionalidades transportan grandes bolsas llenas de rollos de papel higiénico y adornos navideños, que en Tacna son mucho más baratos. Algunas mujeres esperan en la estación de Arica para regresar en el último tren con sus cuerpos muy abultados por la excesiva cantidad de prendas de vestir que se ponen para pasarlas, en forma ilegal a la ciudad peruana.

El Museo San Miguel de Azapa exhibe momias de hasta siete mil años de antigüedad.

El sábado, Ida y yo visitamos el muy interesante Museo San Miguel de Azapa. Conocimos a través de sus vitrinas más de 10 mil años de historia de esa zona, desde la época en que era habitada por cazadores y pescadores anteriores a la cultura Chinchorro hasta los actuales pastores aymaras. Allí se exhiben algunas de las momias más antiguas del mundo, con unos 7 mil años de antigüedad.
Este molino trituró durante siglos las aceitunas en la primera industria de este tipo que existió en Suramérica, en el valle de San Miguel de Azapa.
En ese museo se exhibe un molino y prensa que, desde los tiempos de la Colonia, se usaba para elaborar aceite de oliva. El fruto se introdujo en esa zona, entonces peruana, en 1560. Don Antonio de Ribera, procurador general de Perú en España trajo las plantas desde Sevilla, dentro de dos tinajones. Llegaron sólo tres estacas vivas, las que plantó y vigilantes custodiaron noche y día, pero una desapareció. Amenazas de excomunión contra quien robara una planta de olivo lograron que la vara sustraída fuera devuelta tres años después. El valle de Azapa producía al año 5 a 8 millones de kilos de ese producto.


Durante nuestra visita al Valle San Miguel de Azapa visité los geoglifos creados hace siglos por los habitantes de la zona. Observen la franja iris en el cielo, en una tarde en que sólo había escasa nubosidad. El prisma se produce en los cristales de hielo de las nubes altas.

El domingo, Alberto Neira Gallegos y su esposa Isabel nos pasaron a buscar al hotel Raissa y nos llevaron a conocer un paisaje hermosísimo situado a orillas del mar, a algunos kilómetros al sur de Arica. Se trata de los impresionantes murallones de las montañas del litoral, los túneles que atraviesan las rocas gigantescas y las cuerdas dejadas por los trabajadores que las escalaban para extraer el guano depositado en ellas, con grave riesgo de sus vidas.
Isabel de Neira e Ida Neira observan una de las creaciones de don Alberto.
En su hogar, don Alberto encendió nuestra admiración cuando nos mostró, las bellas figuras de mujeres, caballos, aves, esculpidas en madera de mara, obras de arte que no vende, porque forman parte de su tesoro personal. El martes, a las 11.30 emprendimos el vuelo de regreso y a las 18.00 arribábamos a Carriel Sur. Finalizaba así un viaje enriquecedor por un paisaje distinto, pero muy bello, de Chile.
Alberto Neira Gallegos nos muestra una de sus esculturas creadas en madera de mara, importada desde Bolivia.

4 Comments:

At enero 14, 2008 1:18 p. m., Anonymous Anónimo said...

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At enero 14, 2008 1:18 p. m., Anonymous Anónimo said...

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At junio 04, 2008 5:03 p. m., Anonymous Anónimo said...

Donde andaba el vecino, en Perù (Tacna) y la vecina bien se lo merece recorrer nuestro Chile y la del vecino del Norte.
La coincidencia de los pasajeros, rara pero feliz de recordar años de infancia..
me alegro mucho saber de estos viajes, parece que la cosa¡¡¡¡recièn comienza señores¡¡¡¡

 
At enero 20, 2021 1:03 a. m., Blogger jasonbob said...

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